
Todos los dias laborales a la mañana, cuando estoy llegando tarde a mi trabajo -fuente aburridisima del sustento físico necesario si las hay- me encuentro a un cieguito que pide limosna a la salida del subte. O sea si lo veo, se que estoy atrasado en mi entrada al trabajo. Cuando esto sucede, sin embargo, no me siento ni triste ni nervioso ni preocupado... solo me doy cuenta que existe una elección todos los días, entre: Llegar temprano y sentirme un ser humano que cumple con las normas sociales, un buen compañero, una persona de bien, un engranaje más en la maquina social que "todo nos lo dá", un orgullo familiar, un ejemplo paternal y de progreso personal... o llegar tarde y ser un rebelde, maligno, atrasado, retrasado (temporalmente y mentalmente), un mal ejemplo, mal empleado. La disyuntiva es adorar a la egoista e inescrupulosa diosa empresa y los bellacos que la componen... o alimentar la libertad espiritual.
Se que el cieguito reconoce mi voz cuando lo saludo y sonríe; porque todos los días le dejo monedas, que al caer en su jarrito suenan rebeldes...y libres.

3 comentarios:
Escuche a alguien decir que en la vida hay que ir cavando un tunel de escape de esta carcel social que es la realidad , pero como buen preso hay que simular ser obediente pero escarbar el tunel de la felicidad, que no es la carcel.
Excelente, excelente en verdad el comentario. Creo que somos varios los que escarbamos. Quizá algunos no hacemos tan secreto el pozo, no por querer ser descubiertos, sino para que otros nos imiten y se liberen. De cualquier manera... es verdad, es un riesgo a correr...
Hola, pasando a saludar y tambien para invitarte a que pases y veas mi blog a ver si encuentras algo de tu agrado y si te gusta intercambiemos enlaces, una suerte de fucionar dendritas o algo asi diria yo,je.
Saludos y hasta la proxima.
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