
En cada libro hay una puerta, una entrada directa al mundo del autor; al que solo se accede a veces con una segunda lectura.
Detrás de lo escrito yace una dimensión, que nos atrapa si el libro es bueno, mas allá que nos guste o no. La clave es la credibilidad; esa cercanía a la realidad, la puede obtener algo ficticio o disparatado, a la par de la verdad. Si no es creíble, no es digerible por el intelecto y menos por los sentimientos. Como la celulosa cuando comemos vegetales, la comemos y la desechamos completa. Nos distrae por un rato, pero solo seremos una vaca rumiando, sin la paz del campo siquiera.
También, tras un libro hay mucho trabajo; para nosotros es un trozo de papel que podemos coleccionar con devoción o usar para prender el fuego de un asado; pero el sudor está. Es bueno poder conectarse con la intensidad de un trabajo pensando en lo que ha costado a su autor. Valorar es bueno; siempre que algo, encierre un valor verdadero. Sino, no tengo problema en comer carne asada, cocida a sudor de hoja de libro.

1 comentario:
Es muy ciero lo que describis, como es muy cierto que hasta lo mas ficticio debe ser creible, esta muy bueno el comentario.
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