
Hoy en día hay muchas divisiones entre los artistas: los de alto caché y los gratuitos, los conocidos y desconocidos, los soñadores y los que tienen los pies en la tierra, los veraces y los corrompidos; pero en esta época tan opresora, donde el mundo presiona, y el tiempo y los materiales escasean, donde la anestesia social fluye de los medios gráficos y visuales para adormecer a los verdaderos creadores; una de las divisiones más importante de los artistas es: los que hacen y los que no hacen nada. Se puede ser muy hábil pero si no se plasma en obras el arte que uno capta, no se crea, nada arriba a este mundo.
Quizás el Mesías que esperamos los creyentes descienda por un rayo de luz generado por la energía creativa pasada, presente o futura de algún creador veraz.
Valga la aclaración, hablo de artistas reales, no de jingleros o de buscadores de fama y poder, que alimentan ese animal que los termina devorando, el ego.

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